Agustina Báez había planificado un viaje de estudios que tenía como destino, cuatro meses en Ginebra • A mitad del mismo, el coronavirus se apoderó de Europa y ahora busca la manera de volver a la Argentina.
Agustina Báez tiene 21 años y actualmente se encuentra en Ginebra Suiza, a la espera de ser repatriada al país. Es hija de Ángel Alberto “Pocho” Báez y Cecilia Melo y estudia Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la UCA.
Llegó a la capital suiza el pasado 12 de febrero, después de haber planificado su viaje de estudios por casi un año, entre trámites de beca, y demás papeleríos para poder salir del país. La idea de poder realizar un semestre de estudio en dicha cuidad, sede de las Naciones Unidas y de varios Organismos Internacionales, sonaba como un destino tentador para una estudiante de Relaciones Internacionales a mediados de del 2019. La idea de superarse, de conocer otras culturas y estar en el epicentro mundial de lo que uno estudia, siempre se vuelve motivador.
Por estas y seguramente otras cuestiones, Agustina comenzó a gestionar una beca de estudios la cual le iba a permitir poder cursar en la universidad de Ginebra de febrero a junio de este año. “El año pasado gestioné una beca de estudios acá en Ginebra y apenas me dijeron que aplicaba, comencé las tratativas para poder venir. Estoy de intercambio académico que va desde febrero a principios de junio. Se tiene en cuenta los promedios para poder ser aceptada y es otorgada por la Universidad de Ginebra. Es una ayuda económica mensual, pensado para que el estudiante pueda cubrir alojamientos, seguro médico, gastos de comida y demás. La vida en Suiza es muy cara y sin una beca es imposible vivir acá para un estudiante, por lo que también te lleva a la necesidad de gastar algunos ahorros” sostuvo Agustina.
“El viaje lo programé casi durante un año. Me avisaron que la beca la tenía a mediados del 2019 y desde el minuto uno, me puse con la planificación” agregó y comentó que lo realizaría junto con dos compañeras de la facultad.
En las últimas horas del 12 de febrero arribó al aeropuerto de Ginebra y “a las corridas” se fue para su casa para comenzar a cursar a la mañana siguiente. “La residencia donde vivo es un conglomerado de cuatro edificios de trece pisos cada uno y con 16 habitaciones por piso y a mi llegada estaba lleno. Lo mismo las clases, los cursos que estaba tomando eran en aulas de más 150 personas” sostuvo Agustina, recordando esos primeros días de vida universitaria.
“La información que teníamos en febrero es que la pandemia recién arrancaba, que había algunos casos en Italia de manera controlada. De hecho por la disposición del vuelo tuve que hacer una escala en Roma y antes de salir tomé las precauciones necesarias, pero no era amenazante para nada. Cuando llegué a Roma no había gente con barbijos, o tomando medidas sanitarias. Y al llegar a Suiza lo mismo, las universidades abiertas, el turismo funcionando con normalidad” recordó.
Pero a medidos del mes de marzo, el coronavirus irrumpió definitivamente en Europa y cambió el escenario de un momento a otro.
“Acá en Suiza no se supo nada hasta último momento. La cuarentena y la información comenzó a darse a mediados de marzo. Era más resonante lo que sucedía en otros países, como por ejemplo España. Yo tenía planeado un viaje con una amiga a Barcelona el 12 de marzo y cuando lo hicimos tampoco existía la amenaza. Estábamos un viernes recorriendo Barcelona a pie, porque ya se sabían algunas cuestiones respecto del virus, y al otro día, quisimos hacer lo mismo y mientras estábamos caminando, iban cerrando todas las marcas, fue todo de un día para el otro” sostuvo.
Aislamiento
Desde ese momento, en Suiza comenzó el aislamiento preventivo social obligatorio. “En los primeros días, nos hicimos un grupo con chicas de varias nacionalidades y las europeas se reían de la situación. El panorama no lo mostraba como una amenaza” contó Agustina. “Apenas se estableció la cuarentena, cerró la universidad y solo se tomaban cursos en línea” agregó.
Fue ahí, donde comenzó la necesidad de regresar. El viaje estaba previsto hasta junio, pero la pandemia arrasó el proyecto que Agustina había planeado durante mucho tiempo. “En esos días, los primeros, la situación era bastante complicada. Eran muchos lo que buscaban volverse a sus respectivos países y los aeropuertos estaban saturados de gente y eran centros de contagio. Entonces decidí esperar unos días a ver si aflojaba un poco, si salían vuelos, pero la verdad que no los había y estaban todos como confinados en el aeropuerto. Yo estoy dentro de los pacientes de riesgo y para mí era arriesgado ir meterme a un aeropuerto, lleno de gente y siendo un gran foco de contagio” expresó.
Pasado una semana, la mercedina intentó todo lo que estuvo a su alcance para retornar a su casa. “Una vez que desde Argentina decidieron cerrar las fronteras, los vuelos se fueron cancelando y empezaron a planificar la repatriación. Se lanzó desde la cancillería un formulario online que es como una petición de vuelta a tu país. A la par de eso, mandé mail a la cancillería argentina, a la línea aérea de mi vuelo de vuelta que es Aerolíneas Argentinas y la respuesta (si que se le puede decir así), es que cancillería te manda a contactar con tu consulado, que en mi caso se encuentra en Berna. Cuando contacto con ellos, me comunican que los vuelos que están saliendo son jurisdiccionales y solo me podrían ayudar avisándome si es que salía algún vuelo desde territorio suizo” comentó y agregó que “eso solo ocurrió una vez, el 28 de marzo y no fue un vuelo de repatriación de Argentina, por lo que no pude tomarlo”. “A la vez, desde el consulado me decían que me contacte con mi línea área, y ellos te contestaban que la lista de pasajeros las manda directamente cancillería” expresó.
Otra de las opciones que maneja para poder volver a su país, es la de intentar llegar a una de las ciudades principales, desde donde comúnmente salen los vuelos de repatriación. “El lunes se lanzó un plan de 16 nuevos vuelos, pero de esos, dos salían de Madrid, uno de Barcelona, otro de París y uno de Roma. La espera que yo tengo es que el gobierno tenga consideración y pueda planificar un vuelo que salga de las ciudades o países que no son centro. Se están olvidando de varios argentinos que no entran en esa línea. Ahora estoy en contacto con otros argentinos varados en Dinamarca, Noruega, u otros países, quedando totalmente marginalizados. El pedido concreto es que se pueda armar un vuelo para aquellos que no estamos en las ciudades principales, podamos volver al país” sostuvo.
Aunque exista la posibilidad de retornar desde otro punto de Europa, Agustina explica que “si cancillería te pone en la lista y te avisa que tenés un vuelo que sale de París, por ejemplo, vos tenés que articular para poder llegar con los consulados, además hay que sumar el factor de que todas las fronteras están cerradas, lo que dificulta el arribo a la ciudad de donde saldría el vuelo”.
Por otra parte, su viaje estaba previsto para cinco meses de cursada, por lo que también tendría que resolver su situación particular en la misma capital suiza, “acá en Ginebra tengo un contrato que tengo que rescindir, una cuenta bancaria abierta que tengo que cerrar, son un motón de trámites extras a los que corresponden a un vuelo, para los que tengo que tener tiempo para poder hacerlo. Son trámites presenciales o que por lo menos tenes que hacer estando acá” manifestó.
En cuanto a las medidas que se tomaron desde el gobierno suizo y que afectan en su día a día, Agustina comentó que “son bastante flexibles respecto a la Argentina. Acá se puede salir a caminar a la calle, hacer deportes que no sean grupales y respetando la distancia social, se nota que hay una diferencia cultural al respecto de otros países, se respetan muchos las medidas del gobierno, hay gente en la calle y manteniendo los cuidados continuamente. A ellos les rinde y les alcanza el sistema de salud, así que están mas tranquilos en ese sentido”.
Pero la vida bajo este contexto no es nada fácil. Al respecto, la calificó como “estresante, angustiante porque uno esta lejos de la familia. Yo acá estoy sola, no tengo a mi familia, a mis amigos, a la gente que yo quiero, por lo que me cuido constantemente de que no me suceda nada y pendiente de lo que le suceda a ellos. En la facultad estoy tomando cursos en línea, pero también es complicado concentrarse en esta situación, encima se suma como otra preocupación más, porque el viaje que tenía planeado se arruinó completamente. Uno viene con una idea, con un proyecto, pero la verdad es que esto nos está afectando a todos, yo hablo de mi parte, pero son muchos los que tenían sus proyectos y la pandemia lo arruinó por completo” expresó.
Con tan solo 21 años, y sola en otro país bajo estas condiciones, el apoyo de la familia es fundamental para poder salir adelante. En ese sentido, sostuvo que “con mis papas hablo todos los días, tengo una hermana con la que también hablo mucho, estoy bastante acompañada. El apoyo de la familia se siente, tanto tíos, primos, lo mismo mis amigas, la gente que quiero y que está en Mercedes se sienten muy cerca. Uno ya viene con la mentalidad y el miedo de estar lejos de la familia, por si sucede algo, tanto a mí como a ellos, pero en este contexto, eso se vuelve mucho mayor”.
A modo de cierre, Agustina hizo hincapié en que “más allá de cualquier tipo de ideología política que uno puede llegar a tener, yo priorizo la salud pública y lo humano. La verdad que las medidas que está llevando a cabo el presidente argentino no me parecen erróneas, todo lo contrario, creo que se está manejando bien la pandemia en el país y todas las medidas que se están implementando en cuanto a la salud. Pero si cuestiono que se olvidan de que los que estamos en el exterior también somos argentinos y parece que nuestra salud no es prioridad. Esa es la cuestión y la petición. Que se acuerden que nosotros, nuestra salud también importa”.