(Por Susana Spano) A pesar de no ser un escritor de letras de tango, Borges lo frecuentó, primero desde niño, asomado tímidamente a la ventana de su casa, viendo a los guapos del Palermo antiguo, batiéndose a duelo.
Aquellos hombres, altos y remotos que dejaron su huella, prendidos en sueños arcaicos, afloraron, más tarde, en poemas que dieron vida a personajes orilleros.
Uno de ellos dice: “Gira en el hueco la amarilla rueda / de caballos y leones, y oigo el eco / de esos tangos de Arolas y de Greco / que yo he visto bailar en la vereda, /en un instante que hoy emerge aislado, / sin antes ni después, contra el olvido, / y que tiene el sabor de lo perdido, / de lo perdido y lo recuperado”.
Cuando el sábado 3 de agosto, comenzaron a escucharse los compases de “9 de julio”, por esas bromas de la vida, los versos resonaron en mi mente y me quedé con la idea del “instante”, el “olvido” lo “perdido” y lo “recuperado”.
El ritmo marcado y provocador, los compases ajustados al tempo que requiere la obra, todo era perfecto, y mientras el 2 por 4 ganaba intensidad, rememoré la historia de este grupo que nació por el 2003, se escurrió en el tiempo y otra, que surgió hace tres años para beneplácito de quienes amamos esa música que llaman: Tango.
Allí estaban: Marcelo “El Tano” Giorgione en batería, “Lito” Córdoba en piano, Walter “Chori” Perruolo en guitarra, Pedro Martini en bandoneón y el tango “roncando su honda maldición maleva”.
Así comenzó la noche del aniversario, a puro tango en La Dumer, y las melodías se sucedieron, hasta que apareció el cantante, Nahuel Fusco, con su “Barrio Pobre” y la magia se adueñó del espacio, dando vida a las criaturas y lugares que el poeta soñó una noche.
Hubo espacio para el tango y la milonga, tangos inéditos del maestro Lito Córdoba y Pedro Martini (dedicado a sus hijos, presentes), el candombe que permitió apreciar el excelente tema de Chori Perruolo: “Los Mosqueteros”.
No podía estar ausente Piazzolla, en un acertado arreglo instrumental que permitió el lucimiento alternativo de cada intérprete, destacando a Pedro Martini en el bandoneón, Marcelo Giorgione, percusión, en algunos solos magistrales, el fraseo de guitarra de Perruolo y la solvencia del maestro Lito Córdoba en el piano.
Al promediar la velada, Nahuel Fusco presentó a una invitada de lujo: Stella Díaz, la cantante de la “Primera Orquesta de Señoritas del Mundo: Las del Abasto”, que interpretó “Garufa” con todo el gracejo que ese tango necesita y que el público premió con su aplauso.
El vals no podía estar ausente y “Palomita Blanca” sobrevoló el espacio, dando paso, más tarde a “Danzarín”, “Bajo un Cielo de Estrellas”, “Quejas de Bandoneón”, “Canaro en París” y muchos más.
En el final, Nahuel Fusco brindó una interpretación de “Tinta Roja” que puso de manifiesto su potencia vocal en una versión de excelencia. El público, sin embargo, quería prolongar el encuentro y La Negracha cumplió con las expectativas, entregándoles un final a todo ritmo y color con “Siga el Baile”.
Una noche inolvidable en la que estos intérpretes maravillosos rememoraron sus tres años de permanencia en el mundo tanguero, una celebración cargada de melodías con las que muchos crecimos, arrullados por las letras que perduran en el tiempo.
¡Feliz Cumpleaños, Negracha!
Les deseamos que continúen por esta senda maravillosa que han emprendido para seguir mostrando, como dijo Borges: “En la música están, en el cordaje / de la terca guitarra trabajosa, / que trama en la milonga venturosa / la fiesta y la inocencia del coraje”.