Será destinada a los trabajadores que demuestren 20 años de trabajo y tengan 45 de edad • “Ellos merecen tener la jubilación por haber trabajado, no por tener una discapacidad”, sostuvo María Silva, representante de CAIDIM.
El pasado jueves se aprobó parte de la reglamentación que se conoce como Ley de talleres protegidos la cual fue aprobada en el año 2012 y promulgada al año siguiente.
Pero lo cierto es que más allá de ello, aún resta por reglamentar los artículos que incluye la norma, la cual busca el acceso a los derechos laborales para las personas con discapacidad que forman parte de los talleres protegidos reconocidos de todo el país.
Esta lucha que se embandera detrás de cada taller viene desde hace varios años y esta semana se conoció la reglamentación para el acceso a la jubilación mínima, siendo un importantísimo paso en materia de derechos laborales.
Al respecto de ello, María Silva de CAIDIM comentó que “comenzamos por que se reconozca a las personas trabajaron en un taller protegido y merecen ser jubiladas como trabajadores. Esto significa que con 20 años de trabajo y 45 de edad accede a una jubilación mínima a través de Nación con una obra social que es PAMI”.
Además, sostuvo que “hemos logrado que esa persona pueda seguir concurriendo al taller una vez jubilada, porque los dirigentes de los talleres consideramos que las personas con 45 años realmente son muy jóvenes”. En ese sentido manifestó que “yo tengo muchas personas que quieren seguir concurriendo, de hecho tengo una operaria de 71 años”, dando cuenta del logro.
Si bien hoy existe una ley que busca brindar el derecho laboral a las personas con discapacidad, lo cierto es que esta lucha data desde hace varios años atrás.
Los talleres protegidos de producción son una asociación civil sin fines de lucro en la cual una de sus misiones es proveerles trabajo a las personas con discapacidad que nos son tomadas en el trabajo competitivo, entre los que están los leves y moderados. “En ellos se producen bienes y servicios. Por esa actividad la persona con discapacidad, en la mayoría de los talleres no en todos, cobra lo que se llama un incentivo o plus de peculio. Dentro de los programas que tiene el estado, el más antiguo es el de peculio con el Ministerio de Desarrollo de la Provincia de Buenos Aires, el cual establece que toda persona que concurre a un taller protegido que está reconocido, con su personería jurídica y puede demostrar que la persona que concurre tiene una discapacidad, el ministerio le deposita a cada uno de ellos un peculio en el banco que ellos pueden ir a cobrar” expresó Silva, dando cuenta de la situación y manifestado que dicho convenio se firmó en la década del 80 el cual se renueva anualmente con el misterio de trabajo demostrando la discapacidad de los beneficiarios.
Pero lo cierto es que, más allá del convenio, el estado no reconoce a estos trabajadores como personas de derechos, razón por la cual los representantes de los talleres comenzaron a movilizarse en busca de dicho reconocimiento.
“En su momento fuimos los talleres quienes comenzamos y presentamos el proyecto de ley para que las personas con discapacidad que concurran a los talleres sean reconocidos como trabajadores y se reconozcan todos sus derechos. Con esa ley se prevé una jubilación, ART, el 40% del salario mínimo vital y móvil, no perder la pensión por discapacidad a la hora de entrar a un trabajo común, jubilación a los 45 años y un montón de beneficios que tenemos los trabajadores convencionales” comentó Silva.
Si bien la ley fue sancionada, desde el estado no se han destinado los fondos necesarios para poder afrontar dicha reglamentación. Es por ello que la lucha por lograr este reconocimiento continúa y en función de eso finalmente se llegó a conseguir las respectivas jubilaciones.
“Ellos merecen tener la jubilación por derecho de haber trabajado, no por tener una discapacidad. Es un derecho social lo que se ha logrado, que es por lo que venimos peleando y luchando con el estado para que se los reconozca” agregó María.
En tanto, para graficar esto, dio cuenta de cómo lo viven sus “muchachos” dentro de CAIDIM, poniendo de manifiesto la necesidad de que se reglamente la ley en su totalidad. “Los muchachos del taller son orgullos de su trabajo, es su lugar de pertenencia. Incluso cuando ven a las personas que barren la calle llegan al taller y comentan ‘pusieron las bolsitas que hacemos nosotros’ que se fabrican acá” expresó.
Con este nuevo paso, desde el taller protegido ya se comenzaron los trámites pertinentes para los primeros tres trabajadores que cumplen con la normativa vigente y que aspiran a acceder a su jubilación como lo hace cualquier trabajador que dedica su cuerpo y mente a la concreción de una tarea remunerada.


